Bien y a la Primera
Omar Espinosa
El domingo 13 de julio de 2025, el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México, fue testigo de una manifestación que trasciende la preocupación y el reclamo de cientos de locutores comerciales, actores de doblaje, productores de radio y podcasters, que se unirán para exigir una regulación ética de la inteligencia artificial (IA) en el uso de la voz.
La cita no fue casual ni improvisada, pues desde hace años, estas asociaciones, en colaboración con abogados y expertos, han impulsado la creación de leyes que protejan a los profesionales de la voz, del uso indebido de sus registros por parte de tecnologías cada vez más sofisticadas.
El diputado por Coyoacán en CDMX, Paulo García se convirtió en voz legislativa para que, en abril pasado, se presentaran dos iniciativas de ley ante la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México. Estas propuestas buscan establecer reglas claras para el uso de voces en sistemas de IA, como el control, consentimiento, compensación y crédito para los artistas involucrados.
No se trata de prohibir la tecnología, sino de regularla para que sea un aliado ético y no un sustituto irresponsable.
Las asociaciones exigen contratos transparentes que especifiquen cómo, dónde y por cuánto tiempo se utilizarán las voces; además, buscan que la voz sea reconocida legalmente como dato biométrico y patrimonio cultural, digna de protección y respeto.
La urgencia es palpable, toda vez que cada uso de una voz debe contar con autorización, contrato y remuneración justa, respetando la vida y legado de los artistas, incluso después de su fallecimiento. Es cuestión de derechos, el decidir sobre la propia voz y recibir crédito por el trabajo realizado.
En México, se estima que existen más de 15 mil locutores y locutoras profesionales , así como no menos de 3 mil actores de doblaje activos, cifras que reflejan la importancia de una industria que ha dado identidad y emoción a generaciones enteras.
Sin embargo, el avance de la IA ha propiciado la proliferación de aplicaciones capaces de clonar voces con sorprendente fidelidad. Herramientas que obvio no voy a mencionar, pues no se trata de fomentarlas, ya ofrecen servicios de clonación y generación de voz sintética, desplazando a las voces naturales en anuncios, audiolibros, asistentes virtuales y contenidos multimedia.
Frente a esta realidad, es necesario dirigir una crítica severa al sector empresarial, sindicatos, agencias y particulares que por motivos meramente económicos han optado por reemplazar la voz humana con IA.
Esta decisión, lejos de ser una simple evolución tecnológica, implica una profunda deshumanización de los mensajes sonoros.
La voz humana posee cuatro cualidades esenciales (timbre, tono, volumen y duración) que ninguna máquina puede replicar con autenticidad, por lo que cuando se prescinde de la voz natural, se sacrifica la calidez, la empatía y la conexión genuina con el público.
La defensa de la voz es, en última instancia, la defensa de la humanidad en la comunicación y regular la IA no es frenar el progreso, sino asegurar que la tecnología respete la dignidad y los derechos de quienes han hecho del arte sonoro su vida y su legado.
La voz, patrimonio de todos, merece ser protegida.
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