viernes, 22 de agosto de 2025

El poder de la radiodifusión pública

Bien y a la Primera

Omar Espinosa

En 2025, las radios comunitarias, sociales e indígenas siguen con su histórico enfrentamiento de cara a un panorama complejo de autoritarismo gubernamental creciente, recortes en la cooperación internacional y una brecha digital que no cede.

Sin embargo, estas emisoras, muchas veces operadas desde pequeños estudios en comunidades remotas, continúan siendo “la voz de los sin voz”, un canal para la educación, la cultura y la defensa de derechos fundamentales.

En México, la reciente Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LFTR), ha encendido amplios debates, pues promete un acceso más equitativo al espectro radioeléctrico, pero su eliminación del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y la falta de regulación sobre gigantes tecnológicos generan escepticismo.

Hoy las emisoras comunitarias, que representan apenas el 31% de las concesiones en FM, luchan por mantenerse a flote frente a las comerciales, que dominan el dial mexicano.

Y es que, en otros países como Brasil o Colombia, la radiodifusión comunitaria es más robusta, con miles de estaciones que sirven como pilares para la identidad local.

En tiempos de emergencias, como desastres naturales o crisis sociales, ¿acaso no son las radios comunitarias las que informan, organizan y dan esperanza a las poblaciones más vulnerables? Cuando internet falla o la electricidad escasea, la radio sigue siendo el medio más accesible y capaz de llegar a los rincones más apartados.

Incluso el Centro Nacional de Prevención de Desastres de México (CENAPRED), confirma y reconoce que la radiodifusión es clave para coordinar respuestas en momentos críticos.

Pero el futuro exige innovación y son también las radios comunitarias, las que deben abrazar nuevos formatos como el Podcast para expandir su alcance geográfico y promover el fortalecimiento cultural de sus comunidades, incluso fuera de sus fronteras.

El Podcast es un formato flexible que se puede producir desde las emisoras comunitarias y sociales, a bajo costo y con alta calidad en su producción, lo que permitiría a las emisoras llegar a audiencias jóvenes y urbanas para entregar contenidos educativos, de entretenimiento, informativos, culturales y sociales, más allá de las ondas hertzianas.

En este contexto, organizaciones como la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), no solo defienden la libertad de expresión, sino que fortalecen a las emisoras, a través de capacitación, intercambio de experiencias y soporte jurídico.

Su labor es más que crucial ante la presión de gobiernos y mercados que amenazan la supervivencia de estas voces independientes, de tal forma que, es también en gran parte gracias a la AMARC, que las radios comunitarias no solo sobreviven, sino que se reinventan; se adaptan a un entorno mediático en constante y vertiginoso cambio.

La radiodifusión pública y con carácter social en América Latina sigue (y seguirá) funcionando como herramienta para la resistencia cultural ante los desafíos políticos y económicos que enfrenta por siempre el continente, pero también nos brinda oportunidad para recordar que “la comunicación es un derecho, no un privilegio.”

Así que, apostar por el fortalecimiento de la radio pública, a través de políticas gubernamentales y legislativas justas, la aceptación de concesionarios por el uso común de formatos como el podcast, el apoyo de organizaciones de radialistas y por supuesto, la participación de las comunidades y sus ciudadanos, es invertir en la inclusión social y en la democratización de las audiencias.

“Porque cuando las comunidades hablan, el mundo escucha.”

Sigamos Haciendo Radio. ¡Llámalo Podcast!

Spotify: Bien y a la Primera de Omar Espinosa