Bien y a la Primera
Omar Espinosa
En su diario, Ana Frank (la niña judía alemana, víctima del Holocausto, que se escondió de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y se hizo famosa por el diario que escribió mientras permanecía en la clandestinidad), mencionó en sus escritos a la radio en varias ocasiones, mientras permanecía escondida. En su diario, describe cómo ella y los demás “ocultos” escuchaban las noticias de la guerra a través de una gran radio en la oficina privada de su padre, Otto Frank.
En sus primeras experiencias con la radio, Ana se sentía atemorizada por el riesgo de ser descubiertos debido al ruido, pero con el tiempo perdió ese miedo y disfrutaba escuchar música.
“La música me mueve hasta lo más profundo de mi alma.” -Ana Frank.
Este 2025, el 2 de septiembre se convierte en la fecha para el aniversario número 80 desde la conclusión oficial de la Segunda Guerra Mundial, uno de los eventos más trascendentales del siglo XX.
Al recordar este conflicto global, no solo debemos rememorar sus batallas, estrategias y consecuencias geopolíticas, sino también el papel fundamental que desempeñó la radiodifusión, una herramienta esencial y a menudo invisible que cambió para siempre la forma en que se libraban las guerras.
La radio no fue solo un medio de comunicación común en aquel entonces; fue un arma estratégica multifacética que impactó todos los niveles del conflicto. Desde un punto de vista militar, la radio permitió una comunicación en tiempo real entre las tropas y los mandos, algo que resultó fundamental para la coordinación de operaciones complejas y para la rápida transmisión de órdenes.
El desarrollo de dispositivos como el "Walkie-Talkie" permitió a soldados en el campo mantenerse conectados con sus compañeros y superiores, revolucionando la movilidad y eficacia en combate.
Pero la radio también fue un instrumento de propaganda y psicología de guerra, pues los gobiernos y fuerzas aliadas del Eje, conscientes de su poder para moldear la opinión pública y afectar la moral, usaron la radiodifusión para transmitir mensajes que inspiraban confianza, mantenían la esperanza y en otros casos más oscuros, sembraban miedo y desinformación.
Un ejemplo emblemático fue la BBC, que desde el Reino Unido se convirtió en fuente confiable de noticias para los países bajo ocupación nazi, mientras que la Alemania de Hitler empleaba ondas radiales para difundir su ideología y justificar sus campañas militares.
La radio fue entonces un campo de batalla paralelo donde se libraba la guerra de las ideas.
Más allá de la propaganda, la radio tuvo un impacto vital en el fortalecimiento del espíritu de resistencia, sobre todo cuando aliados y civiles podían escuchar música, programas e información que les hacían sentirse conectados y menos solos, en medio de la devastación, teniendo un soporte moral para mantener la cohesión social bajo condiciones extremas y donde la esperanza podía significar la diferencia entre la supervivencia o la rendición.
Una faceta poco conocida pero imprescindible fue el uso de lenguajes codificados a través de la radio durante la guerra y fue la inteligencia militar estadounidense la que empleó las lenguas nativas, como el navajo, para cifrar miles de mensajes que los enemigos no pudieron entender jamás, lo que fue clave para las operaciones en el Pacífico. Este recurso demostró cómo la radiodifusión, combinada con la cultura y la innovación tecnológica, pueden ser una herramienta invencible.
Hoy, 8 décadas después del fin de la guerra, es imprescindible reconocer a la radio como un elemento revolucionario que no solo sirvió en el campo de batalla, sino que también configuró el mundo moderno y sentó las bases para la comunicación global en tiempo real, el desarrollo de medios masivos y la capacidad de los Estados para influir masivamente en sus poblaciones.
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