Bien y a la Primera
Omar Espinosa
El 28 de abril de 2025, a las 12:33 horas, un apagón masivo dejó sin suministro eléctrico a la península ibérica, afectando principalmente a España peninsular, Portugal continental y partes del sur de Francia.
En apenas cinco segundos, se desconectaron alrededor de 15 gigavatios, lo que representó el 60% de la producción eléctrica de España en ese momento.
En medio del apagón y el caos tecnológico, la radio permaneció activa como la base de la información necesaria para apoyar a ciudadanos y dependencias gubernamentales en esos momentos.
Así, mientras que la Internet y la televisión colapsaban por problemas de conexión o falta de energía, millones de europeos volvieron a encender sus radios para saber qué estaba pasando realmente.
Resulta paradójico que la radio en Frecuencia Modulada (FM) haya ido desapareciendo de los nuevos teléfonos y dispositivos móviles, cuando sus beneficios en emergencias son claros, pues no dependen de datos ni redes móviles saturadas y puede funcionar con equipos humildes y económicos como simples transistores a pilas.
En España, emisoras como Radio Nacional, Cadena SER, Onda Cero y otras muchas más, pudieron transmitir en medio de la oscuridad y el silencio tecnológico gracias a plantas generadoras de electricidad que aseguraron su autonomía.
Luego entonces, la radio no es un medio del pasado, sino una herramienta vital para la comunicación en crisis.
Imaginemos ahora un escenario similar en México o en varios países de América Latina, donde la infraestructura eléctrica es frecuentemente vulnerable a tormentas, ciclones, cortes por mantenimiento o incluso fallas generalizadas (de esas que nadie se explica, pero todos padecemos); sin duda, haría que la dependencia excesiva de internet y redes móviles para la información pusiera en riesgo la comunicación en esos momentos de emergencias.
Y de sobra no está decirlo, la radio tradicional sigue jugando un papel central en zonas rurales y urbanas donde hay muchas comunidades confiadas en estaciones locales o radios comunitarias con transmisores modestos y a menudo con respaldo de generadores que funcionan cuando todo lo demás falla.
La experiencia española evidencia que integrar a los dispositivos móviles soporte para radio FM no es solo una cuestión de nostalgia, sino que se convierte en una inversión de seguridad nacional y social que puede salvar vidas y reducir la incertidumbre durante apagones, desastres naturales o eventos que paralizan las telecomunicaciones.
Pero ¿cree usted que los poderes del Estado y fabricantes consideren políticas que promuevan esta tecnología integrada junto a los planes de emergencia y formación ciudadana sobre el uso de radios portátiles? Yo tampoco.
En México y América Latina, un regreso estratégico a la radio FM y al transistor, puede ser la diferencia entre esa oscuridad informativa y manipulación de las redes sociales, para seguir siendo la fuente de la información, la tranquilidad social y la certidumbre comunitaria en momentos de caos y crisis.
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